Aviso de recordatorio…

Recuerda que al irte debes reconstruirme, que no me dejes hecha pedazos, cubierta de pena y llena de arañazos de lo que fueron los zarpazos de las palabras que salieron del colapso de amor sobre mi tiempo.

Recuerda que al irte no podrás reconstruir mi sonrisa, que se borrará a golpes todo lo que vivimos y no nos quedarán veranos porque todo será lluvia de un eterno invierno, el que hará huelga desde ahora hasta que vuelvas.

Recuerda que no puedo seguir si no me lanzas delfines, si las tormentas de tus mares hunden sus aguas en otros cuerpos, si no es por mí que navegas y a base de golpes salpicas con tu risa mi espalda y al girarme vienes, y me llamas, vienes, y me abrazas.

Recuerda que el brazo que me ataba a la vida sigue durmiendo conmigo cada noche aunque te pertenezca, que viene a mí porque nunca ha sido dueño ni esclavo de otro cuerpo. Recuerda que a veces solo hacemos penitencia para volver a reinsertarnos en la vida que dejamos.

Recuerda que no hay tregua más larga que la de tus espinas en mis escamas.

El querer que no se cuenta…

Quiero que me dejes respirar, saber como es el estar sin pensar, el pensar sin saber como será.

Quiero revolverme por dentro y no encontrar un pensamiento que no me afile el cuchillo, saber que quiero seguir queriendo, que lo que se apaga se aviva con el aire de tu boca, con el soplo de la llamada de auxilio.

Quiero que mi madre venga, que me arrope y suene a nana, que nadie meza mi cuna sin sus pechos descubiertos, ser de ella y no de otro. Que la oreja que me acune le pertenezca y me la alquile sin fianza.

Quiero no sentir cuando duele, saber que sin el miedo esto no muerde, que no hay pellizco si no llega. Que los golpes no duelen a expensas del que aprieta el puño y al cerrar los ojos esto no será un nudo, sino un barco velero que navega entre los miedos que son de otros y yo los pido, los regalo a quien se quiebre una pata por mi espanto, al que aullando mis males lama mis heridas sin saber su procedencia.

Quiero que no preguntes, que derroches y no seas fantoche, que no asustes con tus vaciles y acaricies mis heridas siendo solo cicatrices, que no escueza la baba que argumenta mis caricias y se temple el calor que odia mi odio por dentro, el que mata si lo dejan, el que aprieta si le dan rienda.

Quiero que sepas que no quiero morirme si te matas, que matarme contigo es un testamento que aún no he escrito, que le falta la firma y el subjuntivo, el apelativo de tu nombre y hasta el falso juramento. Que no se apagan los días por ser más invierno y las noches no se ahogan si son de chupitos de tequila, que la vida pasa a prisa y yo me pongo lenta, que no existe una novena sin el décimo para rematarla, que las vírgenes no son de hoy, tal vez de mañana. Y no digo que no exista, ni dios ni padrenuestro, yo le rezo a mis bostezos y me quejo de mis penas, por si al final del día termina por terminar el olvido y acaba matando la pena.

Que yo, quiero querer no quererme, maltratarme los lamentos y apagarme a fuego lento o cruzado con tus besos, pero irme sin nada, con la calma del que asume que le toca, callar por no hablar del tiempo.

Sèver la

Siete vidas por un salto,
si soy gato y tú rastrero,
¿Quién decide lo primero?

Esta pata para el banco,
si soy roto y descosido,
¿Quién se come lo servido?

Ese filo sin cuchillo,
si soy sopa y tú cuchara,
¿Quién apunta con la espada?

Dos mentiras y un garbanzo,
si soy tizne de este oscuro garabato,
¿Quién se sale del teatro?

Si al revés te veo derecho,
puede ser que no te vea,
puede ser que yo te sueñe,
puede ser… – que no sea lo que parece-.

Bis

Esta semana pensé en enamorarme dos veces,
una de ese hombre que pasaba por la calle,
y otra de la muchacha que se me escapaba por la espalda.
Finalmente, ni me enamoré de ti, ni me quedé conmigo.

Esta semana he amado una vez con cada ojo,
abrí el derecho y te vi sentado, lo cerré,
abrí el izquierdo y te vi torcido, lo cerré,
abrí ambos y de repente te vi doble,
cerré los dos y me quedé dormida.

Esta semana he sido heroína y mantenida,
salté de un tercero y caí de pie, luego,
me tumbé en el suelo y dejé que me alimentara tu piel.
Al final, decidí ser diferente y disfrazarme de mí.

Esta semana comí sabiendo que me envenenaba,
mordí una manzana y luego escupí el resto.
Superé un ataque al corazón y una asfixia sin respeto.

Creo que esta semana he muerto dos veces,
una para no volver, otra para resucitar en esto.